Desde mi adolescencia que me intereso por la tecnología informática, si bien no desde la arquetípica visión de un programador informático sino desde una óptica de utilidad, de tremenda utilidad.
Recuerdo que en mis primeras clases de informática (mediados de los 80) el profesor nos obligaba a realizar programas “estúpidos” como contar apariciones de palabras en un texto, era desalentador.
A la que tuve un mínimo nivel de conocimiento informático pedí cambiar los ejercicios preestablecidos y realizar un sistema de gestión de un fichero con información musical. Por aquel entonces ya tenía muchísimos discos (aún sólo eran vinilos) y necesitaba gestionarlos de alguna manera.
Estudiando la carrera informática realizé mi primer trabajo público como becario en la Facultad de Informática de Barcelona. Este fue mi primer trabajo en el sector público, concretamente en el sector educativo.
Después pasé a ser consultor e-business en el sector web, especialmente en el ámbito de las estadísticas web: web analytics.
Gracias a esta especialización entré - en calidad de asesor externo - en el Ayuntamiento de Barcelona.
Han pasado casi 10 años trabajando para el Ayuntamiento, en este tiempo las tecnologías de la información y comunicación, las TIC, lo han revolucionado todo, han hecho tal revolución que soy de los que afirma que ya no estamos en la Sociedad Industrial, ahora estamos en la Sociedad del Conocimiento (o también llamada Sociedad en Red o también Sociedad Digital).
Esta nueva Sociedad del Conocimiento tiene sus propias “reglas del juego”, cuando antes nos demos cuenta y nos adaptemos adecuadamente será mucho mejor para nosotros.
Una de las nuevas “reglas del juego” es la gran complejidad que tiene gobernar una ciudad/región/estado.
Cada vez es más difícil que un grupo de personas (políticos y técnicos) tengan capacidad para llevar a cabo unas políticas positivas para la ciudadanía a quién rinden cuentas.
Además, la crisis económica y, en el fondo, la crisis de valores han agudizado aún más esta incapacidad.
Movimientos como el del 15M (también conocido como el Movimiento de los Indignados) son un claro reflejo de este callejón sin salida.
Todo ello redunda en un claro rechazo para con nuestros dirigentes políticos.
Por ejemplo en una encuesta del The Guardian (con la participación de El País), de marzo 2011, entre varios estados europeos queda claro que la confianza para con los líderes políticos estaba en cotas bajísimas. Por ejemplo, en la pregunta “¿en qué medida confía en el Gobierno para afrontar los problemas que atraviesa su país?”, 8 de cada 10 españoles – concretamente un 78% – opina no tener ninguna o muy poca confianza con el ejecutivo. Este resultado es parecido al obtenido en Alemania (80%), Francia (82%) y Polonia (82%), sólo Gran Bretaña ofrece un resultado que difiere un poco (un 66%).
En la misma encuesta también se pregunta por la honestidad e integridad de los políticos, ya sean del Gobierno o de la oposición. El resultado es demoledor, un 91% de los españoles opina que no confía – o confía muy poco – que sus políticos actúen con honestidad e integridad. El resto de los países encuestados ofrecen unos datos similares, destaca el caso de Polonia, un 96%, ello implica que casi todos los políticos polacos son considerados no honestos o no íntegros, sólo 1 de cada 20 políticos se salva. (También es cierto que en otros países europeos esta situación es muy diferente).
Por todo ello, es evidente que hemos llegado a un punto donde conviene utilizar un nuevo paradigma político, un paradigma dónde todos puedan participar de una forma efectiva, o sea, no sólo cada 4 años mediante una urna.
Este nuevo paradigma es el Gobierno Abierto.
Un Gobierno Abierto es una nueva manera de entender la relación de la Administración hacia la ciudadanía, el resto de administraciones públicas y las otras organizaciones de la sociedad (incluyendo las empresas).
Es un cambio cultural, seguramente el cambio más importante que han experimentado los gobiernos (las administraciones públicas) en toda su historia.
En el fondo, el objetivo último de un Gobierno Abierto es posibilitar la finalidad máxima de una democracia: un gobierno hecho por todos y para todos.
¿Cómo se implementa un Gobierno Abierto?
Pues, como siempre, pasito a pasito.
Por ejemplo: A finales del 2009 propuse al Ayuntamiento de Barcelona la realización de un servicio de datos abiertos (OpenData) como un primer paso hacia el Gobierno Abierto.
Se define un proceso de apertura de datos públicos (OpenData) como aquel proceso que ofrece los datos públicos, de los que dispone la Administración Púbicas al alcance de la sociedad en formatos digitales, estandarizados y abiertos, siguiendo una estructura clara que permita su comprensión y fomentando su reutilización para cualquier uso.
Después de no pocos contratiempos, finalmente a principios del 2011 salió el OpenData BCN, el Portal de Datos Abiertos del Ayuntamiento de Barcelona, (actualmente estamos inmersos en la primera gran revisión de este servicio).
También desde finales de 2009 que participo en numerosas iniciativas para dar a conocer el movimiento OpenData… pero siempre postulándome desde la óptica de la utilidad, de la tremenda utilidad que os comentaba al principio, los movimientos, las plataformas, las ideas no sirven de nada si no son útiles para la sociedad.
Y no serán útiles si no mejoran la calidad de vida de los ciudadanos, que en el fondo es de lo que se trata.